El signo del gorrion
Eileen Wood
Siempre admiré a mi hermano. Dormíamos en la misma habitación. Cuando se despertaba y abría la cama podía oler su cuerpo enorme y ácido como un potro o una manzana verde. Un día se marchó a la ciudad, para hacer dinero, dijo.
Algunas noches me acostaba en su cama tratando de oler su recuerdo pero madre había cambiado las sábanas y él no estaba allí. Esa cama era ya la cama de nadie.
Eileen Wood vivía en el barrio, cerca de casa, era rubia, tenía las uñas sucias y demasiado largas. También se fue a la ciudad, a trabajar de camarera en el Apple Café.
En nuestro cuarto, yo dormía con mi hermano cuando hacía mucho frío. Ponía mis pies entre sus piernas y la cabeza apoyada en su pecho.
Eileen tenía los dientes pequeños, muy blancos y era a la vez torpe y delicada. Su belleza había atraído a muchos clientes al Apple Café, eso comentaba la gente.
Yo solía decirle: Hermano, estoy temblando. Incluso cuando las noches no eran realmente frías.
Ese invierno fui a la ciudad a ver a mi hermano. Me quedé en su casa. Hacía frío, dormimos juntos pero su cama me pareció demasiado grande y olía de otra manera.
Al día siguiente fui al Apple Café. Pedí un café solo y empecé a pensar en cómo matar a Eileen Wood.