Arquitectura de la desnudez

La poesía de Eloy Sánchez Rosillo

Ponencia presentada en el VII Congreso Internacional de Literatura Hispánica

Cusco, marzo 2008

Mariano Zaro
Whittier College, California
El poeta Eloy Sánchez Rosillo (Murcia, 1948) aparece en la escena literaria española con un primer libro, Maneras de estar solo, que gana en 1977 el prestigioso premio Adonais. Generacionalmente, Sánchez Rosillo debería enmarcarse dentro de la poesía de los años 70 cuyo exponente más destacado fue el grupo de los llamados poetas novísimos. Aunque heterogéneo, este grupo puede definerse, a grandes rasgos, por su vocación esteticista, su concepción formalista de la poesía, su contenido hermético y su marcado antisentimentalismo. Sánchez Rosillo, sin embargo, no encaja en estas coordenadas. Su obra recupera la emoción, sigue el movimiento de la poesía de la experiencia que había iniciado Jaime Gil de Biedma y, sobre todo, se caracteriza por un deseo evidente de claridad, de desnudez. Luis Alberto de Cuenca lo califica como poeta de “línea clara” en contraste con el cripticismo de los novísimos. Por otro lado, Luis Antonio de Villena, en su prólogo a la antología La lógica de Orfeo distingue entre voz lógica y voz órfica para ayudarnos a analizar la lírica española contemporánea. “Llamaré voz lógica a la que busca la múltiple constatación de lo real (concepto, instinto, no inmutable), y voz órfica a la que ha preferido básicamente el camino de lo oscuro, de lo supuestamente inefable, que la propia poesía –de algún modo, aproximador casi siempre– hacía por volver sugerible o decible”. (2003: 9). De acuerdo a estas pautas la obra de Eloy Sánchez Rosillo estaría más próxima a la voz lógica y también a lo que se ha venido a llamar el realismo meditativo.
El objetivo del presente estudio es analizar cómo Sánchez Rosillo articula el lenguaje para conseguir la voz clara y realista en su poesía, es decir, para levantar la arquitectura de la desnudez. Tomamos como texto-base su libro Las cosas como fueron que incluye las obras completas desde 1974 hasta 2003.
ARQUITECTURA DE LA DESNUDEZ

El deseo de claridad no es un secreto en la obra de este autor. El propio Sánchez Rosillo se encarga de expresarlo explícitamente. Así nos lo cuenta en uno de sus poemas:
“Y casi sin buscar, encuentra
la palabra justa, el vocablo
que necesita, la manera
de que lo oscuro se haga claro.”
(2004:161)

Consideramos que el autor articula la desnudez a través de los siguientes mecanismos: Presenta un universo privado y cotidiano, imita la oralidad, usa la enumeración para mostrar la realidad de manera factual y no comentada y, finalmente, utiliza insertos para acceder a un segundo nivel de desnudez.
1. Universo privado y cotidiano. Sánchez Rosillo nos permite acceder a su universo privado y podemos así contemplar al poeta desprovisto de su aparato público. Lo hace, además, de una forma poliédrica pues se desvela en la 1ª, la 2ª y la 3ª personas como puede apreciarse en estos ejemplos:
“He escuchado en la radio, por azar, hace un rato,
una vieja canción”
(2004: 284)

“Se sienta en una silla. Abre un libro. Regresa
a los versos sabidos de algún poeta amado.”
(2004: 134)

“Pronto darás los versos de tu libro tercero
a la imprenta, y, entonces, dejarán de ser tuyas
las páginas que fuiste lentamente escribiendo:
sus sílabas contadas, la verdad, esta música.”
(2004: 208)
El autor nos sitúa en una realidad –su realidad, su escenario– que parece no compartir con nadie más excepto con el lector. El poeta nos invita a que lo veamos, nos tienta a un acto de voyeurismo. En el otro lado de esta interacción Sánchez Rosillo se exhibe, pero no se exhibe en su gloria o en su cualidad excepcional, se exhibe en su mundo cotidiano, intrascendente, casi despreciable en su minucia. El resultado de este tipo de exhibicionismo es que el autor se revela vulnerable y el lector lo cree. La desnudez sella un pacto de verdad entre autor y lector que enriquece extraordinariamente la experiencia poética.
2. Imitación de la oralidad. La desnudez se articula también en la sensibilidad de
Sánchez Rosillo para recoger el registro oral de la lengua. En el plano léxico-semántico el
autor presenta un vocabulario sobrio y no afectado que, en ocasiones, utiliza frases
coloquiales.
“… porque se te hace tarde
para echar una carta a correos …”
(2004: 287)

“…muy dispuesto a tumbarte a la bartola
un buen rato.”
(2004: 307)

En el plano morfo-sintáctico el autor prefiere el orden gramatical estándar (sujeto+verbo,

nombre+adjetivo) y hace uso de oraciones polisindéticas, recursos que también favorecen

la recreación de la proximidad oral de su poesía.

La oralidad conforma la intención íntima de la obra y hace que lo que leemos sea más

una conversación personal que el poeta parece susurrarnos al oído.

3. Enumeración. Sánchez Rosillo tiene una especial habilidad para presentar la realidad de manera factual, sin modificar; de una forma que podríamos llamar empírica o inequívoca. Son, a veces, enumeraciones descriptivas pero con adjetivación inexistente o muy escasa:
“… hubo risas, amor, odios y llanto,
desgracias y canciones, vida, muerte …”
(2004: 263)

“Una tarde de lluvia,
un libro, unas palabras
que alguien dice al pasar,
una música, un rostro …”
(2004: 190)

En ocasiones estas enumeraciones se utilizan como mecanismo de apertura del poema. De este modo el autor sitúa al lector en el “sitio poético” de forma cierta e indudable.

“Abro el balcón, y miro.”
(2004: 153)

“Esta noche estoy solo y es verano”
(2004: 238)

“Me he despertado pronto. Es noviembre. Esta noche
dormí mal.”
(2004: 259)

Otras veces las enumeraciones son mecanismos de cierre en le poema y tienen valor de sentencia o máxima que nos trae ecos de los clásicos. Comparemos el verso de Luis de Góngora “En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.” con el de Sánchez Rosillo:
“Somos sombras de un sueño, niebla, palabras, nada.”
(2004: 235)

En varias ocasiones este estilo enumerativo forma la totalidad del poema:
“El sauce y el río.
El sol en el agua.
Detente. Contempla
la mañana.
No pienses en nada.”
(2004: 152)

Como puede comprobarse, las enumeraciones son parte esencial de la arquitectura de la

desnudez pues construyen una realidad descarnada que el lector percibe como

experiencia directa, sin modificaciones o alteraciones “literarias”.

4. Insertos: Segundo nivel de desnudez. Ya hemos visto cómo poco a poco Sánchez Rosillo va levantando la arquitectura de la desnudez. Para intensificar el efecto utiliza insertos que nos permiten acceder a un segundo nivel de verdad todavía más desnuda. Los llamo insertos siguiendo la terminología cinematográfica que describe brevísimos segmentos que se intercalan en una escena. En el caso de la obra de Sánchez Rosillo es como si el autor abriera ventanas en la desnudez que ya ha construido para mostrarnos algo todavía más esencial: lo que en verdad piensa, lo que en verdad siente y que nadie conoce. Gil de Biedma utiliza un recurso parecido como puede verse en este ejemplo del poema Amistad a lo largo de Compañeros de viaje.
“Pero callad.
Quiero deciros algo.”
(1986: 28)

Para introducir estos insertos Sánchez Rosillo utiliza comillas, paréntesis y guiones. Es decir, los insertos son explícitos y tienen marcadores gráfico. El poeta nos permite ver no solamente lo que escribe para ser publicado sino también lo que “escribe” en su diario:
“Después, abro un cuaderno
y anoto estas palabras:
«Como un árbol nocturno
crece la oscuridad. Cruzan el cielo
pájaros rezagados que se alejan
con la plácida tarde».”
(2004: 159)

Los insertos, de alguna manera, presentan lo que el poeta piensa pero no dice. O por lo menos, lo que no dice en su vida pública, lo que reserva a los amigos íntimos, o mejor dicho, lo que se reserva a sí mismo.
“Hace ya casi un año que regresé
-contra mi voluntad, porque no tuve
otro remedio, desgraciadamente-
a la casa paterna y …”
(2004: 281)

“…
podría ver aproximarse el día
en que ya es tarde para todo.
(Pero,
al fin y al cabo, Eloy, la verdad es que no debes
lamentarte de nada, pues no fue
única responsable tu indolencia
de lo que hiciste mal …)
(2004: 247)

Sánchez Rosillo convierte al lector en un espectador de excepción, en el único sabedor de toda la verdad, en el cómplice por excelencia. Los insertos vinculan al poeta con el lector de una forma secreta y permanente, casi como de pacto de sangre. El lector pasa a ser parte del universo del poeta, de su verdad, de su desnudez.
Como hemos comprobado a lo largo de este estudio Sánchez Rosillo elabora una desnudez activa que atrapa al lector: se nos presenta desnudo en su universo íntimo, nos habla al oído con un lenguaje denotativo que parece no estar afectado por la manipulación lírica y, además, a través de los insertos debidamente marcados con comillas, guiones y paréntesis nos arrastra a un segundo nivel de desnudez. El mérito valiente e indiscutible de la obra de Sánchez Rosillo es que su desnudez requiere y alimenta la desnudez del lector que no puede acercarse a esta obra poética armando de esquiveces y defensas. Es una obra que en su descarnada esencialidad nos obliga a afrontar nuestra propia desnudez, nuestra propia verdad.
BIBLIOGRAFÍA
GIL DE BIEDMA, J. (1986): Antología poética. Madrid: Alianza Editorial.

SÁNCHEZ ROSILLO, E. (2004): Las cosas como fueron. Barcelona: Tusquets.

VILLENA (de), L. A. (Edit.) (2003): La lógica de Orfeo. Madrid: